GINES, AL FILO DE LA MEMORIA.
Gines, nombre de origen árabe que significa » el jardín», durante su larga y todavía poco documentada historia ha compartido lo bueno y lo malo con otros lugares del entorno y se han sentido indefectiblemente unido a Sevilla, a la que ha mirado desde las alturas del Aljarafe.
No tiene nada de particular que participara de la riqueza legendaria de Tartessos, alguno de cuyos tesoros se descubrieron en El Carambolo, a dos pasos de aquí. Ni tampoco representa ninguna novedad saber que, después de la fundación de Itálica en 206 antes de Cristo, los romanos de Hispalis empezaron a ocupar una comarca tan atractiva, en la que se asentaba el locus Vergelium Julii Genitores, que anteriormente parece que se llamaba Abgena.
Desde Gines hemos visto las guerras civiles de finales de la república romana, las invasiones de vándalos y alanos, de paso por estas tierras en sus atolondradas correrías hacia el norte de Africa, donde las tropas bizantinas acabarían con ellos. Y desde Gines hemos visto la llegada, con parada y fonda, de los ejércitos musulmanes que asaltaron la península por Gibraltar el 711. Al-Xines perteneció a la cora de Ishbilia en la iqlim del Aljarafe, con otras 200 pequeñas entidades de población, atalayas, casas fuertes, cortijos. Buenos olivares, viñas, huertas y zona importante de tránsito para la iqlim de Taliqa (Itálica) y la cora de Niebla.
Desde Gines vimos la llegada de los vikingos que arrasaron Coria del Rio y robaron nuestras poblaciones, antes de atacar a Sevilla. Peor fue el susto del ataque en tiempos de Alfonso VI de León, poco antes de que los Almorávides, fundamentalistas beréberes del norte de Marruecos, asaltaran la cora de Sevilla, siguiendo las viejas huellas de Tariq y Muza que Allah tenga en su gloria. Y vimos dar caña con la llegada de los almohade, los hombres del » velo», tuaregs que primero te partían en dos con una cimitarra y después te preguntaban.
En el año 1248 Fernando III, rey de Castilla, asaltó Sevilla con grandes refuerzos y colaboración de órdenes militares, nobles, hidalgos, eclesiásticos y ayuntamientos de Castilla. Todas las tierras del reino de Sevilla las repartió entre sus tropas, previa expulsión de los moros, y las fincas y casas de Gines correspondieron a una serie de peones de los efectivos militares del Rey Fernando. Vendieron estas suertes y, después de la guerra civil (1365-69) entre los hermanos Enrique II de Trastámara y Pedro I, los nobles castellanos se pusieron las botas. Muchas tierras fueron dadas en señoríos a los marqueses, duques, condes y otra fauna nobiliaria. La jurisdicción de Gines fue concedida al almirante Sánchez Tovar, que la vendió a los Zúñigas, una familia de origen navarro que trataba de abrirse un hueco entre el señoritingo de Sevilla, dominado por los duques de Arcos, Medina Sidonia y Alba. Los zúñigas eran absentistas de toda la vida, y de Gines se ocuparon lo menos posible, solamente para recaudar sus impuestos.
Desde Gines vimos zarpar del arenal de Sevilla en 1493 el segundo viaje de Colón, abastecido de vinos, aceite, harina, melones, sandías y uvas del aljarafe, ya cuando el almirante tenía los cincuenta años cumplidos y estaba lleno de dolores. Y participamos, no sin riego, en las trifulcas de los comuneros, que también habían llegado a Sevilla en tiempos del emperador Carlos. Su boda con Isabel de Portugal también se celebró en el alcázar de Sevilla. Gines por este tiempo edificó la torre y su iglesia parroquial, a la que venía de vez en cuando un fraile franciscano a administrar los sacramentos.
La piedad era muy destacada en los siglos del barroco y a ello contribuían las hermandades del Santísimo Sacramento, del Rosario, la de las Ánimas Benditas, que se ocupaban de organizar los moderados jolgorios en las festividades litúrgicas a lo largo del año. El precioso Cristo de la Vera-Cruz, junto con el cuadro de la titular (Virgen de Belén) es de este tiempo. Gines sufrió la epidemia de peste bubónica de mitad del siglo XVII y la que se presentó en los primeros años del S. XVIII. El miedo a contraer la enfermedad nos hizo más fervoroso de Santa Rosalía de Palermo, santa milagrosa donde las halla y un antídoto eficaz contra la peste, y a la que le dedicamos una capilla en la entrada del pueblo (la ermita de Santa Rosalía), compartida con San Sebastián, un oficial del bajo imperio romano muerto a flechazos y que, según la tradición, sanaba las heridas como ahora los antibióticos.
Desde Gines hemos visto llover mucho. A principios del siglo XIX soportamos la garrulería de las tropas napoleónicas aposentadas en Sevilla, y los malos momentos del rey Fernando VII, el usaba paletón. Malos tiempos para los liberales y los afrancesados, algunos de los cuales tuvieron que exilarse en Francia, so pena de caer en las represiones. No nos afectaron las desamortizaciones de Mendizábal ni las de Madoz. Ampliamos algunas calles más del minúsculo casco urbano y se organizó la explotación agraria entorno a las haciendas del Santo Ángel, La Concepción, la Merced. Gines se consolidaba como un territorio vinatero, olivareros y adquiría fincas en los términos de Valencia, Salteras, Bormujos, Villanueva y Espartinas.
De la crisis de los años de entreguerras y de la guerra civil 1936-39 todavía hay muchos jienenses que conservan mal recuerdo por los que murieron en la contienda y los que fueron represaliados. Y mal recuerdo se conserva de los malos años de la hambre, cuando los suministros alimentarios eran caros y escasos. La democracia que inaugura la constitución de 1978 ha convertido a Gines en una zona de expansión residencial urbano para moradores de nivel alto-medio de Sevilla, que huyen de zonas poco saludables de la capital andaluza. Gines se ha expandido en todas las direcciones con urbanizaciones de calidad en un entorno razonablemente burgués. Hemos perdido todas las cepas, pero no sería históricamente aceptable que perdiéramos los dos o tres olivos que todavía nos quedan.
No están bien documentados los distintos nombres que Gines tuvo hasta la conquista cristiana de Fernando III en 1248, salvo de ab-Genna y al-Xines, de donde ha derivado el actual que las guías comerciales confunden con Ginés por su parecido con el santo. Recientemente ha sido erigido en patrono local por la similitud entre Gines y Ginés.
MONUMENTOS.
Iglesia de Ntra. Sra. de Belén, edificada en la Plaza de España, primitivo edificio mudéjar muy reformado en 1708-11 hasta dejarlo como iglesia barroca. Se compone de tres naves cubiertas por columnas dóricas que sostienen arcos de medio punto. Espléndido el retablo mayor de estilo rococó, realizado en 1764 por Francisco Díaz. En él se venera la bellísima imagen de Ntra. Sra de Belén, imagen de candelero del siglo XVIII, colocada en el camarín central. En las calle del retablo mayor encontramos las esculturas san Joaquín, san José, santa Ana y santa Teresa de Jesús, que representan las principales devociones del señor de Gines que regaló el retablo. Los retablos laterales del templo incluyen uno del Cristo de la Vera Cruz bajo devoción de la hermandad sacramental, una espléndida escultura en pasta madera de principios del siglo XVII, y la Virgen de los Dolores, una imagen de candelero obra de Juan de Astorga y felizmente restaurada por Juan Miñarro, y una imagen de candelero de la Virgen del Rosario del Siglo XVIII con el un Niño Jesús de la misma época.
En la pintura hay que destacar un cuadro del «Entierro de Santa Catalina», del círculo de Zurbarán; la Virgen del Belén, de Domingo Martínez, así como otras realizadas por discípulos de Zurbarán.
Ermita de Santa Rosalía es un bello edificio con porche, tres naves separadas por arcos de medio punto sobre columnas marmóreas, con bóvedas de aristas por cubierta. Una inscripción colocada en la nave de la Epístola identifica el origen y fábrica de esta ermita consagrada en el año 1723. El retablo principal es de estilo barroco, donde se veneran la Santa titular, San Francisco de Asís, Santo Domingo de Guzmán, y, en el último banco, una media figura de Verónica. La capilla tiene las hornacinas de San Sebastián y el estandarte de la Virgen del Rocío.
Haciendas: La población antigua se configura en torno a varias haciendas o palacios enclavados en el mismo centro urbano. Las Haciendas de olivar de las que aún se conservan notorios vestigios son las que a partir del siglo XVIII han dado origen al desarrollo del casco antiguo de la Gines actual.
El predominio del olivar y el viñedo, originó la edificación de las Haciendas como centro de la transformación de productos agrícolas tradicionales de la comarca, surgiendo en Gines seis importantes haciendas: Hacienda de la Concepción, Hacienda del Marqués de Torrenueva, Hacienda de Santa Rosalía, Hacienda de la Merced, Hacienda del Santo Ángel y Hacienda de Torregines.
Estas construcciones de amplios recintos junto con la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Belén y la Ermita de Santa Rosalía, constituyen las edificaciones relevantes que definen el Gines de fines del siglo XVIII. Se conservan en relativo buen estado algunas dependencias y fachadas como es el caso de la Hacienda del Marqués de Torrenueva y la de la Hacienda Torregines.
En el Museo Metropolitano de Nueva York, se halla un magnifico retrato de uno de los últimos señores de Gines, pintado por Francisco de Goya, en el que se lee la siguiente inscripción «El Sr. Don Manuel Osorio Manrique de Zúñiga, Sr de Gines. Nació en Abril a 2 de 1784»
FIESTAS.
Cabalgata de los Reyes Magos (5 de enero). Destaca por su excelente organización, la vistosidad y originalidad de sus carrozas y por la masiva afluencia de personas de todos los pueblos del entorno.
Carnaval (final del mes de enero). Aunque es una fiesta reciente, son numerosos los grupos que recorren las calles del pueblo luciendo originales disfraces e interpretando coplillas que ponen de manifiesto el ingenio y desenfado de sus autores.
Semana Santa. La procesión en la tarde del viernes santo del Santísimo Cristo de la Vera Cruz y de Nuestra Señora de los Dolores, dos valiosísimas imágenes que se veneran en la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra de Belén, destaca por su recogimiento, orden y seriedad.
Romería del Rocío (mayo-junio). La Hermandad de Ntra. Sra del Rocío de Gines es una de las más señeras de cuantas acuden cada año al Rocío. Los cantes por sevillanas son parte inequívoca de las señas de identidad del pueblo de Gines.
Procesión del Corpus. En la mañana de la festividad del Corpus Christi la procesión discurre por calles alfombradas de romero y de flores que impregnan el aire de aromas y perfumes. Destaca por su solemnidad y recogimiento.
Feria de Gines (1ª quincena del mes de julio). El carácter familiar de sus casetas y la hospitalidad son rasgos caractrísticos de esta Feria que en el año 2000 tendrá un nuevo y definitivo recinto.
Romería de San Ginés (mediados del mes de septiembre. La imagen de San Ginés es llevada en una carreta tirada por bueyes hasta el eucaliptal de Marchalomar, donde los numerosos romeros que acompañan al Santo pasan una festiva jornada de convivencia.
Procesión de Santa Rosalía y de Ntra. Sra del Rosario (primera quincena de octubre). Las imágenes de Santa Rosalía (venerada en la ermita del mismo nombre, siglo XVIII) y de Ntra. Sra del Rosario desfilan por las calles del pueblo en medio de un ambiente donde se combinan de forma equilibrada el fervor popular y el carácter festivo del evento. Desde hace unos años es costumbre poner fin a la fiesta corriendo el «toro de fuego».
Una Pará en Gines. Feria turística que durante cuatro días incluye un gran número de actividades ecuestres para todos los públicos basadas en torno a la gran tradición rociera de la localidad. Con una asistencia de más de 50.000 personas, se ha convertido en uno de los grandes atractivos turísticos de Gines y desde 2018 está declarada Fiesta de Interés Turístico de Andalucía.